Vaivenes del profesionalismo

De ser campeón en el River de Gallardo a estar sin club hace medio año

Desde enero, la vida de Iván Rossi cambió bastante. Su rutina ya no es la misma que repetía semana a semana desde los 18 años. Cuando se levanta cada mañana no tiene que ir a entrenarse con sus compañeros porque está sin club desde que quedó libre de Platense a fines de 2023. Si bien trabaja con un profesor de educación física durante la tarde o noche para mantenerse en buen estado físico, transita una nueva vida a los 30. "Se hace duro. Me afecta estar cinco meses sin jugar (N. de la R.: el final de la Copa de la Liga pasada con el Calamar no lo disputó por una mononucleosis), pero la llevo bien con la psicóloga, me ayuda a no tener los bajones que venía transitando. Tuve ofertas, por suerte, aunque algunas las rechacé y las otras las estamos viendo ", le confiesa a TyCSports.com.


"Se hace duro. Me afecta estar cinco meses sin jugar"

Más allá de sus deseos por volver rápidamente a vestir la camiseta de un equipo, aclara que en cada decisión también tiene presente a su familia: “Esperé algo de afuera que después no se terminó dando por diferentes motivos. Tengo una mujer y una hija, entonces evalúo desde otro punto de vista”. Para afrontar este momento, Rossi empezó terapia, pero al analizar su situación sabe que es solo uno de los tantos jugadores profesionales que a veces se quedan libres: “Lo hablé con compañeros que estuvieron en esta situación, sé que no soy el único al que le pasa esto ni el último al que le va a suceder. Uno lo toma grave porque desde que juego al fútbol me levantaba a entrenar, iba a un club y estaba con mis compañeros, era parte de la rutina, pero estos cinco meses se me hicieron difíciles”.

– ¿Cómo es tu día a día con los entrenamientos en esta nueva etapa?

– Trabajo con un profe particular, hago gimnasio y entreno la parte física. Hace un mes me anoté con unos amigos que estaban jugando un torneo de fútbol once. Me sumé más que nada para estar en una cancha, pegarle a la pelota y no solo hacer un entrenamiento físico, que obviamente es importante, pero me hacía falta el contacto con la pelota. Al principio no le daba bola porque dije: ‘Voy a estar parado en enero, como siempre’. Pero ahora ya lo necesitaba más para lo mental, sentirme un poco jugador en estos cuatro o cinco meses, entrar a una cancha, así que eso me viene bien.

– ¿Te invitaron tus amigos o cómo terminaste ahí?

– Llegué porque juega un amigo, que además, a diferencia del resto que solo van para jugar, se entrena en la semana. Es tipo un intercountry que a mí me viene bien para hacer fútbol, aunque el nivel que hay o la dificultad es menor, no juego al 100 cien por ciento, pero corro un rato y le pego a la pelota.

– ¿Y en qué invertís tu tiempo libre?

– Empecé a estudiar y arranqué el psicólogo. Eso es lo que tomo como positivo de este parate porque con la vorágine del fútbol no se puede. Acá en Argentina no es tan común, pero cuando estuve en Junior (N. de la R.: previo a su llegada a Platense) concentraba dos días antes del partido, pasaba mucho tiempo ahí o viajando. Esto me dio la chance de hacer otras cosas que antes no podía y por eso me anoté en Periodismo Deportivo. Tenía ganas desde antes, pero ahora cuento con más momentos libres. Un rato estoy con mi hija, entreno por la tarde o noche, pero a la mañana aprovecho para hacer cosas de la facultad o hablar con la psicóloga.

 

– ¿Por qué elegiste periodismo y no otra cosa?

– Tengo varios amigos o conocidos que se dedican al periodismo en la tele. También cuando me invitan es algo que se me da bien, me siento cómodo al hablar delante de las cámaras, entonces, por más que mi idea sea jugar hasta los 30 y largos o 40, me tiraba más el periodismo que prepararme para ser técnico, que es algo que elige la mayoría después del retiro. El curso de entrenador tengo pensado hacerlo en el futuro porque todo suma, pero me veo más en el periodismo deportivo que es algo que me entretiene, me gusta.

Lo arranqué hace poco y está bueno, pero la verdad que si estuviera entrenando o jugando no hubiese comenzado ahora porque es muy difícil con los tiempos. Tenés la cabeza metida en el fútbol y los momentos libres los paso con mi nena, mi mujer, después tenemos las concentraciones y tantos viajes hacen que tampoco cuentes con tiempo. En realidad, tiempo tenés, tampoco somos de la NASA, no somos científicos, pero en esa vorágine no le das bola a esas cosas. Lo que hablo con mi psicóloga es que me prepara también para el momento cuando me tenga que retirar, que ya voy a tener una base y no arrancar desde cero. El periodismo me interesa y fue el momento para hacerlo.

– Mencionás mucho a tu psicóloga, ¿cuándo empezaste y en qué creés que te ayudó?

– Arranqué ahora. Siempre tuve ganas, pero nunca lo había hecho. Es la psicóloga de Platense que había llevado Martín (Palermo) al club. Me hizo bien, te ayuda a ver cosas. No soy el único, Richarlison (el futbolista brasileño) también habla mucho de cómo lo ayudó la terapia. Creo que los que llegamos a Primera es porque todos jugamos bien al fútbol, por algo estás ahí, pero en un momento, cuando estás en boca de todos y muy expuesto, es importante estar bien de la cabeza. Todos nos preparamos de la misma manera físicamente, comés sano, te cuidás, no hacés boludeces. Por ejemplo, yo no salgo ni fumo, no tomo, pero creo que la cabeza es un gran tema. Si estás bien de ahí, vas para arriba, sino te quedás. Te ayuda mucho, o por lo menos a mí me sirve, puede que haya gente que no, no es que digo que hay que ir sí o sí, pero a algunos compañeros o jugadores que lo cuentan en las redes les ha servido, sobre todo cuando estás ante tanta exposición y exigencia todos los días.

"Los que llegamos a Primera es porque jugamos bien al fútbol, pero es importante estar bien de la cabeza. Si estás bien de ahí, vas para arriba, sino te quedás".


Pese a la naturalidad con la que Rossi desmenuza las presiones que pueden tener los futbolistas en sus carreras, no es algo con lo que haya podido lidiar fácilmente. En sus inicios, sobre todo cuando pasó a River a mediados de 2016 por pedido de Marcelo Gallardo, luego de haberse destacado en Banfield, club en el que debutó en Primera y dejó un grato recuerdo, no la pasó bien. “Me afectó porque me tomó muy de chico, no venía curtido porque había empezado a jugar de grande. Pasé de estar un año en la Primera de Banfield a River, me costó ese salto. Cualquier cosa que hacías o decías salía en todos lados. Soy de perfil bajo y no es que me gusta declarar o vender humo, no tuve tantos problemas con eso, pero lo que más me afectó fueron las opiniones de la gente. En Banfield me fue super bien y si me puteaban eran uno o dos. En cambio, en River se magnifica todo, era duro que en vez de dos te putearan cien”, se sincera.

En ese proceso, quien fue un protagonista clave para ayudarlo a superar ese mal trago fue Leonardo Ponzio. “Gracias a Dios siempre tuve una muy buena relación con él, que también jugaba en mi posición, y me decía: ‘A mí hace cinco años acá en River me puteaban y ahora soy el ídolo. Tratá de no darle tanta importancia a las redes porque es gente que no conocés y no sabe de tu trabajo’. Ahora ese discurso que me dio Leo intento transmitirlo a los chicos. En Platense hablaba mucho con Marco Pellegrino, que ahora está en Italia (N de la R.: lo compró el Milan y ahora está a préstamo en Salernitana) y en ese momento recién arrancaba. Nos habíamos hecho amigos y le decía que se preparara porque en Platense estaba bien, todos lo amaban, pero puede ser que le toque ir a un club mucho más grande, como le está pasando ahora, y tal vez tenga más partidos malos que buenos. Y a veces la gente bardea por bardear, porque es un boludo atrás de una computadora criticando a un pibe que está trabajando”, remarca.

 

 

– ¿Buscabas tu nombre en Twitter para ver qué decían de vos?

– Al principio sí. Me había hecho mucho más conocido, antes solo me identificaban los que saben de fútbol o la gente del sur y cuando pasás a un club como River obviamente te empieza a conocer todo el mundo. Entraba a Twitter y ponía Iván Rossi. Mis viejos también querían ver qué decían de su hijo. Después mis compañeros más grandes me hablaron y eliminé Twitter porque quieras o no terminás entrando. Con el tiempo no le di importancia, ahora tengo Twitter y no me busco porque si bardean a Messi, ¿cómo no van a putearme a mí? Además te pasa que si hay 200 publicaciones buenas y un comentario malo uno le va a dar bola al malo, es así. Por suerte ya no me engancho si veo uno que me putea. Encima con las redes es fácil, siempre aparece el que está al pedo en la casa y bardea, no solo en el fútbol, a todos los que están expuestos, en la tele o en streaming. Eso ya no me tiene preocupado.

– En una nota con TNT dijiste que no aprovechaste la oportunidad del todo en River, hoy que lo ves desde otro punto de vista, ¿qué cosas cambiarías?

– Me tocó en un momento prematuro en el mundo del fútbol. Tenía 22 años y tal vez no le daba tanta importancia al entrenamiento o el Muñeco (Gallardo) me sacaba sin explicación de un partido que para mí había jugado muy bien y yo me calentaba y lo tomaba personal. Ahora, tras pasar por varios clubes y después de tantos partidos te das cuenta que puede pasar como en cualquier trabajo en el que el jefe reconoce o no el laburo que estás haciendo, pero lo fundamental es seguir sin importar lo que digan de vos. Obviamente te vas a calentar o no, pero no tiene que afectar tu trabajo y en ese momento a mí me enojaba o no entrenaba bien, no le daba bola a los detalles. Yo decía: ‘¿Por qué me saca sin explicarme si jugué bien el partido anterior?’ Y la verdad es que no tenía por qué darme una explicación, pero todo esto lo veo ahora con más años en el fútbol, en ese entonces por falta de experiencia o no estar bien rodeado ni contar con la ayuda de un psicólogo o no hablarlo con alguien, me jugó una mala pasada. Me calentaba en el entrenamiento y no rendía bien, jugaba mal, pero es una enseñanza que me sirvió para no repetirlo en otros equipos.

"Tenía 22 años y tal vez el Muñeco (Gallardo) me sacaba sin explicación de un partido que para mí había jugado muy bien y me calentaba, lo tomaba personal". 

– Hace un rato hiciste referencia a las críticas anónimas en las redes, ¿cómo es convivir con los insultos en el fútbol?

– A nadie le gusta que lo puteen todo el día, pero uno se acostumbra, lo toma natural y no le da bola, aunque molesta porque es tu trabajo. También cuando te dicen: ‘Hay que ganar en este club’. Los que primero quieren ganar somos nosotros, porque nos da prestigio, es nuestro laburo y ganamos plata por esto. Yo entiendo al hincha porque yo lo fui, tengo amigos que son enfermos de sus clubes también y quieren que su equipo gane para estar el lunes contentos y cargar al otro, pero al que le cambia de verdad la vida por ganar un partido o lograr una clasificación es a nosotros. Igualmente, en la vorágine muchas cosas ya no te afectan, por lo menos a mí. Me duele más una discusión con un compañero, con el cuerpo técnico o el maltrato de algunos dirigentes que una puteada de la gente. Nacimos en Argentina y estamos acostumbrados a vivirlo así. A mí me tocó jugar en Europa y nunca me insultaron y si te putean es por redes y hasta ahí nomás. No va la gente sacada a la cancha ni ves nenes puteando, es otra cultura, pero nosotros nacimos así y por eso los jugadores que se van al exterior logran ser todos capitanes y se vuelven reconocidos. Después si las puteadas se transforman en una amenaza de muerte o cosas más fuertes te deben afectar mucho me imagino, lo mismo cuando bardean a un familiar tuyo, pero en mi caso, mientras sea conmigo y esté dentro del folclore, como que te digan que sos un muerto y demás, lamentablemente lo tomo natural, aunque eso signifique que hasta a veces te puteen tus propios hinchas.

"Entiendo al hincha porque yo lo fui, tengo amigos que quieren que su equipo gane para estar contentos el lunes, pero al que le cambia de verdad la vida por ganar un partido es a nosotros".  

Los técnicos que lo marcaron

Durante su etapa en el Millonario, donde disputó 20 partidos hasta que en 2018 pasó a préstamo a Huracán, el Gringo, como le dice su familia, fue dirigido por Gallardo, quien reconoce que es uno de los que más lo marcó. “Desde lo táctico me ayudó mucho, eso siempre lo valoro. Me marcó cosas que tal vez no las tenía claras y él te las hacía ver”, afirma.

Sin embargo, el Muñeco no es el único del que guarda un gran recuerdo. “Martín (Palermo) es una gran persona, muy humilde y siempre me dio la confianza, nos hablaba con mucho respeto”, dice y completa: “Otro que me marcó mucho y al que más aprecio y valoro es Claudio Vivas, quien me hizo jugar en Banfield, me dio la titularidad y gracias a él arranqué a jugar en Primera y no salí más. Ese fue el gran paso en mi carrera, por eso después pasé a River. También lo tuve a (Gustavo) Alfaro en Huracán y nos fue muy bien. De todos trato de sacar algo bueno”.

 

 

Un inicio tardío en el fútbol y el crecimiento exponencial

El camino de Rossi para convertirse en profesional no fue convencional. A diferencia de la mayoría de los futbolistas, que empiezan a jugar en un equipo de AFA desde novena, el nacido en Castelar, partido de Morón, se probó en Vélez con 17 años. “Toda la vida jugué al fútbol, desde que tengo uso de razón, pero lo tomaba como algo recreativo, me encantaba jugar con mis amigos y participaba de un torneo de barrio. Una vez me vieron ahí, yo tenía 17, y me propusieron si quería hacer una prueba. Mi viejo me dijo: ‘Gringo, es ahora o nunca’. Entonces acepté”, repasa.

En el conjunto de Liniers primero se desempeñó como volante por la izquierda, pero al poco tiempo se fue por motivos extrafutbolísticos. En ese momento se le abrió la puerta de Banfield, donde tendría una evolución estrepitosa. “Estuve alrededor de nueve meses y (Daniel) Garnero me subió a la Primera, al poquito tiempo llegó Matías (Almeyda) y también disputé un par de partidos, pero mechaba mucho. Con Claudio, ya con 19 años, arranqué a jugar más seguido. Fue todo muy rápido, pasé de estar en el colegio y jugar con mis amigos a llegar a River en dos o tres años”, resume.

Pese a que fue uno de los sí llegó, Rossi no se olvida de sus compañeros con los que compartió sus años en las juveniles. “Tengo amigos que estaban desde los ocho y no llegaron. Esas son las cosas del fútbol. No es fácil llegar y creo yo que mucho más difícil es mantenerse”, analiza y, antes de culminar la entrevista con TyC Sports, concluye: “De los chicos de mi categoría en Banfield solo dos o tres vivimos del fútbol, entonces decís: ‘Me lo debo a mí porque me rompí el lomo para llegar, pero hay otros con las mismas capacidades que no llegaron’. Es muy sacrificado”.

Fuente: TycSports