Nunca es tarde para Sebastián Saja

Nos equivocamos cuando creemos que estudiar no importa

Un ejemplo lo de Sebastián Saja: el arquero académico volvió a agarrar los libros de grande, terminó el secundario y cumplió la promesa que le habí­a hecho a su mamá. Y cuenta por qué es fundamental para él seguir formándose.

Nunca es tarde”.

Sebastián Saja, con el título secundario bajo el brazo, lo repite una y otra vez. No para quedar bien sino porque está convencido.

“Nunca es tarde”, vuelve a decir el arquero de Racing sentado en una de las plateas del Cilindro. “Siempre estamos a tiempo”, asegura mientras busca recursos y más recursos para explicar por qué cree que estudiar es un camino para ser más libre.

El arquero, al terminar el colegio, saldó la deuda que tenía consigo y con su familia. Y contó su experiencia con la intención de que sirva para que los chicos que practican este deporte no abandonen la escuela.

-¿Cómo se te dio por volver a estudiar?

-Fue una casualidad. Una vez, viniendo a entrenarme con Pablo Lugüercio desde La Plata, vi que andaba con unos apuntes y le pregunté qué andaba haciendo. Me comentó que estaba terminando el secundario a través de la Fundación El Futbolista. Eso fue hace varios años pero la idea me quedó dando vueltas en la cabeza. Y el año pasado me animé, lo llamé a Sergio Marchi, el secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados, para pedirle información. Tomé contacto con las chicas de la fundación, me explicaron cómo era el sistema y arranqué.

-¿Y te presentaste así nomás?

-Sí, algo así. Me presenté, entregué el analítico y recibí todas las indicaciones sobre el programa, que se llama Adultos 2000. Ellos te dan el material y vos vas a rendir las materias en mesas trimestrales. No hay que cursar obligatoriamente pero sí hay clases de apoyo que son optativas. Yo debía seis materias y terminar me llevó seis meses porque se pueden dar como máximo tres por trimestre, así que di tres en junio y tres en septiembre.

-¿Cómo fue recuperar el ritmo de estudio después de muchos años?

-Ese fue el primer gran objetivo: retomar el estudio después de tanto tiempo. A mí no me costó tanto porque me gusta leer y tengo el hábito de la lectura. Pero lo manejé bien. Iba a las clases de apoyo una o dos veces por semana. Almorzaba acá en el club y me iba para allá. Mi familia, además de apoyarme, me respetó los tiempos para estudiar y aproveché mucho en las concentraciones. Me llevaba los apuntes y estudiaba antes de los partidos. Y ahora que agarré ritmo, me dieron ganas de seguir. Estoy terminando el curso de entrenador y veré qué puedo hacer a partir del año que viene. Encarar una carrera, por más corta que sea, sería bárbaro.

-¿Qué materias te habían quedado?

-Lengua de cuarto y de quinto año, Química, Cívica, Matemática y Física. Lengua me costó bastante, sobre todo la de quinto, porque había mucha literatura y no de la que me suele gustar. Tuve que leer novelas antiguas, poesías y obras de teatro, y no estaba acostumbrado a ese tipo de lecturas. Matemática y Física me resultaron más fáciles porque me interesan más. Y Cívica, que se trata en especial de la Constitución Nacional, me la banqué como pude.

-¿Pudiste disfrutar el hecho de volver a estudiar o lo viviste como una obligación que tenías que cumplir?

-Hubo momentos en los que disfruté y otros en los que sufrí. Cuando me tenía que quedar a hacer tiempo en el club para ir a las clases de apoyo, la verdad es que me agarraba un sueño bárbaro y no me gustaba. Pero me resultaban importantes las clases para sacarme las dudas. En general, creo que lo disfruté. Cuando estaba llegando al final, me decía a mí mismo “esto vale la pena”. Y realmente lo vale.

-A lo largo de tu carrera, viviste en la cancha muchos momentos de presión. ¿Sentiste algo de eso cuando te tocó rendir?

-Más o menos. Creo que en el estudio pasa un poco como en el fútbol: cuando vos te preparás y trabajás para eso, vas más tranquilo. Obviamente, siempre está la incertidumbre del examen. Pero yo fui con la calma de haber estudiado y no a robar la nota. Realmente había estudiado pero sí es cierto que, en el momento preciso, me dieron nervios porque no sabía si me iban a preguntar exactamente lo que sabía.

-¿Terminar el secundario era una cuenta pendiente?

-Sí, sin dudas. Me parecía un mensaje fuerte para mis hijos: que me vieran con los apuntes, con el estudio. No entendían bien por qué el papá estaba estudiando. Pero, además, cuando a mí me tocó dejar el colegio, que fue en cuarto año debido a las concentraciones, me planté con mis viejos y les dije que iba a dejar. Ellos me apoyaron sin condiciones y eso hizo que les prometiera que en algún momento iba a terminar.

-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te dieron la última nota?

-Pensé en mi Vieja. Yo la perdí en 2006 y no pude cumplir la promesa de terminar el secundario con ella en vida. Igualmente, lo tenía que hacer. Lo primero que hice fue mandarle un mensaje a mi mujer. Así que, como te darás cuenta, no fue algo más para mí. Siempre tardan una semana en darte la nota pero, como era mi última materia, me la corrigieron en el momento y me quedé a esperarla. La profesora me preguntó si quería agregar algo más al examen pero le dije que no, que lo corrigiera así. Por suerte, me saqué un 8.

-¿Qué importancia le das al hecho de haber podido cumplir esta meta?

-Le doy mucho valor. Es fundamental hacerlo. Me doy cuenta ahora, más de grande, de cuánto te abre la cabeza estudiar. Y nunca es tarde para hacerlo. Es importantísimo para el jugador. El fútbol no solamente es la técnica innata sino la inteligencia para entenderlo. Y el estudio, obviamente, te ayuda a desarrollar la inteligencia. Yo siempre les digo a mis compañeros que no importa cuánto tiempo se tarde pero que hay que hacerlo. No podemos decir que no tenemos tiempo.

-¿Por qué, si estudiar es tan importante para jugar, a veces parece que hay todavía en el ambiente del fútbol cierta disociación entre los libros y la pelota?

-Porque es común que el jugador venga de familias humildes y, cuando puede tener un ingreso laboral importante, cree que el estudio ya no sirve. Y muy equivocados estamos porque no se trata de cuánto dinero ganemos sino de qué vamos a hacer el día de mañana. A nosotros se nos termina la profesión pronto y tenemos que prepararnos para cuando eso pase. La gran mayoría no sigue ligada al fútbol porque somos muchos los que jugamos y son pocos los puestos cuando te retirás. Y el estudio te prepara.

-¿Te parece que tu experiencia les puede servir a los chicos que hoy sueñan ser jugadores?

-Siempre contar las experiencias sirve. Así como yo digo que esto lo tomo como un mensaje fuerte para mis hijos, pienso que también puede serlo para los chicos que juegan en Inferiores. Ojalá yo hubiera tenido alguien que me aconsejara. La decisión es de cada uno pero escuchar a un futbolista profesional diciendo que hay que estudiar puede ser clave. Quizás, algunos se pregunten para qué estudio si me va bien en lo mío. Pero yo les contesto que todos necesitamos tener la posibilidad de formarnos.

-¿Notás que se va viendo un cambio en relación a esos discursos que no avalan el estudio?

-Hay todavía cierto prejuicio. Nosotros creemos que podemos resolver todo sin estudiar. Pero no es así. Creo que, por suerte, está cambiando un poco la corriente. Se están incorporando psicólogos a los planteles, se están sumando nutricionistas y el jugador se está formando mucho más. Hay una especie de pelea para cambiar eso. Por ejemplo, respecto a la comunicación, hay que enseñarles a los chicos a declarar. Nadie puede pensar que es fácil hablar en público a los 20 años.

-¿Por qué le dirías a alguien que no terminó el colegio que lo hiciera?

-Son muchas cosas pero creo que la satisfacción que se siente al momento de recibirse es algo que todos deberíamos vivir. Pienso que los adultos deberíamos estudiar como legado para los que vienen, que son los más importantes. Yo me preguntaba hace un tiempo cómo le podía exigir a mi hijo, al que le gusta mucho el fútbol, que estudiara si yo era el primero que había dejado. Yo digo que nunca es tarde, que siempre estamos a tiempo y que podemos seguir incorporando conocimientos hasta el último día de nuestras vidas.