Un delantero pí­caro, explosivo y con gol

Lauty, el amigo del vértigo

De grandes condiciones, cierta inmadurez suele traicionarlo. Y le pone escollos que solo él podrá sortear. Tiene con qué.

Por Walter Gullaci / Docente del IRS y periodista de La Nueva.

No debe ser sencillo para Lauty Sánchez pasar de semejante ámbito contenedor, el de su familia, compuesta mayoritariamente por mujeres, a ese otro, el de una cancha de fútbol. Donde por su vértigo y picardía "invita" al rival a que, literalmente, emprenda una verdadera cacería contra él.

Explosivo, de buena pegada, encarador y con gol. Y por si fuera poco, con la caradurez que brinda el potrero.

Este delantero de la cuarta de Villa Mitre -el domingo 15 de noviembre cumplió 19 años- sabe que tiene sobrados recursos para desequilibrar al marcador que se le ponga enfrente. Aunque ello, no es casual, por allí le juegue en contra...

-La verdad, Lauty, da la sensación que a veces hasta te gusta "bardear" a tu rival. ¿Es tan así?

-Y, puede ser (responde entre sonrisas). Yo trato de divertirme dentro de la cancha. Sucede que cuando más me buscan, más me encuentran. Pero no pasa por hablar, sino por mi forma de jugar.

-Esa forma de jugar a la que hacés alusión en ocasiones te traiciona. ¿Por qué?

-Por la ansiedad. Es cierto que a veces no puedo manejar la cabeza como yo quisiera. Me desespero cuando la pelota no me llega y es cuando más entro en roces con el rival. Y bueno, debo aceptar que me han echado por tonterías. Es un tema que tengo que corregir.

-En ese instante, el que viene luego de la expulsión y te encontrás solo en un vestuario, ¿qué cosas te pasan por la mente?

-Estoy molesto. Los botines y las canilleras la pasan mal (se ríe)... Es una lucha conmigo mismo más que con alguien en particular. Ni siquiera es contra el árbitro.

-¿Qué le falta a Lauty Sánchez para ser un jugador de primera?

-Confianza. Justamente por lo que te decía, manejar mejor mi cabeza. Me ha pasado que tuve que entrenar con los jugadores del Federal B de Villa Mitre y no era yo jugando. Me sentía nervioso, sin confianza. Eso te traiciona.

-¿Apostás a tener un futuro en el fútbol, a vivir de esto? Las condiciones técnicas y naturales, están.

-Sí, claro. Yo soy el primero en saber qué tengo y qué me falta. Solo necesito una mayor confianza en mí mismo.

-Volvés sobre el tema de la confianza. Y hablás de vos. ¿Qué pasa con la confianza que necesitas de tu entorno, de tu técnico?

-Y... es clave también. Soy por allí de calentarme o fastidiarme e irme del partido. Y es en ese momento cuando más necesito que el entrenador me lo haga saber, me aconseje.

-Hoy te sentis cómodo con el sistema, por ejemplo, de la cuarta que maneja Coco Landeiro.

-Sí, totalmente. Somos un equipo que busca siempre el protagonismo, muy ofensivo. Y nos va muy bien.

-Soles caer mucho en off side, pero en general no por ubicarte mal, sino por tu gran velocidad. Hasta es común que partas bien habilitado, pero sos tan rápido que el línea no lo advierte.

-Sí, es cierto. Soy de meter diagonales, de ir contra la última línea, y eso muchas veces confunde a los líneas. Algunas posiciones adelantadas que me cobran son. Y otras, no.

-¿Con quién te entendés mejor en una cancha?

-Antes, cuando jugábamos bastante juntos, me entendía muy bien con Blas (Gueper) y con Gastón (Santillán). Hoy, lo tengo al lado a Chiquito (Lautaro Núñez). El se tira atrás y me busca muy bien.

-¿Supongo que mirás mucho fútbol?

-Sí, me encanta. Sigo a Boca, porque soy hincha, pero me gusta ver todo.

-¿Y cuál es el espejo donde poder mirarte el día de mañana?

-Me gusta mucho Bou (Gustavo), como se desmarca, su pegada, la habilidad que tiene. Aunque no sé si me puedo llegar a parecer a él.

-Supongamos que el fútbol no llega a ser la llave que vos soñás para tu futuro. ¿Qué hacemos con Lauty?

-Estoy haciendo un curso de soldador. En una de esas, el futuro pasa por ahí. Lo que sea, espero hacerlo bien.

Un entorno bien familiero

Barrio 12 de Octubre.

Cerca de Lauty asoma la figura de Carina, la hermana mayor. Casi una segunda mamá. Una mujer que irradia vida (lo atestiguan su casa, sus hijos, esa torta de limón y tan buenos mates), aunque galvanizada por una historia fuerte. De dolor y superación.

"Tres días antes de nacer Lauty yo perdí a mi bebé (tiene el tatuaje de un angelito en su hombro). Pero Dios lo trajo a él para ayudarme a reparar semejante pérdida. Para mí es como un hijo más (es madre de Victoria, de 17, y Lorenzo, de 12). Hasta le di la teta", recuerda con un brillo especial, de nostalgia en sus ojos.

La novia, Sofía, está claro que le marca la cancha mejor que nadie a Lautaro.

Habla poco, pero su mirada, profunda, dice mucho. Es la ladera ideal de Liliana, la mamá de este rubio flacucho. La que está atenta a cada uno de sus movimientos. Aunque lejos se parezca a esos rudos defensores que Lauty suele enfrentar.

"Es un chico humilde, aunque bastante caprichoso", sostiene con una ancha sonrisa. "Pero sobre todo honesto y recompañero", señala, ahora con el rostro más serio.

Y recibe un pase perfecto. De Lauty, claro.

"Sofía está siempre. Le confío todo. Se banca mis enojos, mis calenturas... Es de fierro".

Rodeado de afectos. Sofía, Carina, Liliana y su sobrina.

Que no le toquen a Lauty

Liliana, la mamá, es inconfundible. Una leona, se podría decir.

Con todo lo bueno y contenedor que puede ofrecer semejante calificativo. Pero también con la ferocidad que surge de ese propio paralelismo, a la hora de ir a ver y sufrir por su hijo.

¡No le toquen a Lauty!

Eso, en ocasiones, le corre el eje. Y la lleva a algún reproche si se quiere hasta divertido hacia los árbitros o un "4" de esos con cara de pocos amigos.

Ella lo sabe mejor que nadie. Y hasta le prometió a Doble5, tras nuestro especial pedido, intentar corregirlo.

Camarera en la Base Naval Puerto Belgrano desde hace 20 años, esta mujer la luchó a brazo partido para que a Lauty no le faltara nada.

Ni amor, ni un par de zapatillas, ni un buen plato de comida.

Como tampoco el boleto de colectivo para que "el nene" pueda ir a entrenar. Aunque ello le demandara una interminable caminata hasta el trabajo. Simplemente, porque era imposible costear el valor de otro pasaje.

El sacrificio, asegura, valió la pena.

Siempre en su contexto de madre-leona.

¡Que no le toquen a Lauty!

"El representa lo más maravilloso que me dio la vida. Fui padre y madre a la vez. Lo crié con lo justo y necesario, enseñándole que en la vida no debe haber grises. O es blanco o es negro. Y si bien a veces me hace enojar, es un chico muy sano. Y ese es el mejor regalo que me puede dar como hijo".

Tal cual, Liliana.

Tal cual...