Santiago Solari, aquel Indiecito que brillara en River y posteriormente en Real Madrid e Inter de Milan, ahora pasa sus días como entrenador-formador en las categorías formativas del club de la capital española.
El otrora exquisito volante ofensivo rosarino, nacido el 7 de octubre de 1976, profundizó sobre el tema de la valoración y autoestima que suele fluctuar en los futbolistas. Y lo hizo con admirable elocuencia.
“Cuando uno está al tope de la autoestima -manifestó- existe una feliz convergencia entre lo mental y lo físico, y la confianza entonces crece”, sostiene.
“Pero cuando uno empieza a jugar mal, crece la ansiedad y te sentís como si estuvieras bajando unas escaleras cargando un ladrillo, y derspués otro, y otro más, hasta que al final tenés la sensación de estar enterrado debajo de un gran edificio”.
Salir de ahí, señala Solari, “resulta muy complicado”.
Sostuvo que no había percibido ese “gran detalle” cuando se desempeñaba como jugador de elite.
Los psicólogos sí ofrecieron una solución: consistía en procurar recuperar las sensaciones de la niñez, la cual, dicho sea de paso, podría ser el gran secreto de Lionel Messi, de quien muchas veces se ha expresado que juega para el Bartcelona como si aún estuviera en el patio del colegio.
Sus pasos en el fútbol