Por Roberto Depietri
Ex futbolista de Olimpo, Gimnasia y Esgrima La Plata y Toluca de Méjico.
Cuando somos chicos, sin saberlo, tenemos todo a mano, lo bueno y lo malo. Nuestros mayores que nos influyen pueden ser los mejores formadores, o los peores deformadores, pues lo que aprendamos bien mientras crecemos nos puede llegar a formar una idea, una forma de ser, o un rumbo que seguiremos toda la vida.
De allí que los mayores tenemos una gran responsabilidad al comunicar. No se sabe en qué momento, ni cuántos niños pueden estar viéndote, escuchándote o leyéndote.
"No pegues nunca una patada y menos desde atrás, porque eso es traición, no seas `engrupido' nunca, no cargues a ningún rival, y respetá a los mayores".
Esos conceptos me los repitió unas cien veces un señor ferroviario, que amaba el fútbol. Lo había jugado y lo observaba con pasión y RESPETO. Fue él quien me advirtió hace más de 30 años que los entrenamientos que llevábamos a cabo eran para caballos, que corríamos kilómetros sin tocar la pelota, y que el contacto constante con ella era lo natural para mejorar el jugador de fútbol. Que había que jugar-entrenar todos los días con ella...
Y me decía alguna otra cosa, que empezaba a advertirse en aquel tiempo y que lo atormentaba...
"Cargar al rival de turno o alegrarse por la derrota de otros es de mediocres".
"Festejar los goles y los triunfos propios, sin excederse, es una muestra de respeto al rival, porque se gana y se pierde continuamente".
"Saludá siempre a los rivales después del partido, no importa el resultado, vas a tener muchos amigos entre tus rivales de turno"
No sé si algún chico leerá estas líneas. Tampoco sé si las comprenderá o recordará en algún momento.
RESPETO por el fútbol, por el reglamento, por los rivales, por los mayores...
"Si no te respetás a vos mismo, no podés pedir que te respeten los demás", me decía aquel hombre simple, pero profundo.
Ya soy muy mayor y aún cultivo aquellos mandatos.
RESPETO las enseñanzas que me dejó mi padre.