El futuro llegó hace rato

Mientras Soda Stéreo daba su Gira del íšltimo Adiós, Argentina quedaba fuera de la Copa América en Cuartos de Final y River Plate era campeón, Lautaro Martí­nez nací­a en Bahí­a Blanca el 22 de agosto de 1997.

Lauta, como le dicen sus compañeros, se formó en Liniers en su ciudad natal. Destacó en el Sub 17 de La Liga del Sur y en un partido con esa camiseta fue descubierto por Fabio Radaelli, coordinador de las divisiones menores de Racing Club. De ahí en más todo fue rápido, cual destino esperándolo en Avellaneda. Antes de debutar en Primera, ya era conocido por el mundo académico, producto de su buen rendimiento en inferiores y su mejor tarea en Reserva. Los rumores acerca de un “futuro crack” se instalaron rápidamente y los números lo respaldaban: convirtió 33 goles en la Sexta y nueve en la Reserva. El 31 de octubre de 2015 disfrutó de su bautismo en el equipo de mayores, ante Crucero del Norte, en sustitución de Diego Milito, nada menos.

Lautaro es una joya de la cantera. El pibe que mide 1,78 y pesa 79 kilos ya lleva ocho goles en 27 partidos jugados en la Academia. Su buen rendimiento en el club y en la selección Sub 20 ha despertado el interés de varios clubes extranjeros, entre ellos el Real Madrid, pero su cláusula es de 9 millones de euros netos y Víctor Blanco no piensa aceptar ninguna oferta que no alcance el monto que pide. No quiere dejarlo ir.

 Hace bastante que Racing viene dulce con los delanteros formados en el predio Tita Mattiussi: Los hermanos Zuculini, Luis Fariña, Valentín Viola, Luciano Vietto, Ricardo Centurión, Rodrigo De Paul, Maximiliano Cuadra y Lautaro Martínez. Pero este último tiene ese “no sé qué”, un aura más radiante.

El pibe es muy potente y su arranque es explosivo. Cuando encara puede salir hacia los dos perfiles. Es diestro pero no tiene problema en acomodarse: si le queda de zurda, se la rebusca. En el juego aéreo se luce, siempre gana y su cabezazo constantemente la manda a guardar, más allá de que su altura no sea por encima de la media. Además, tiene la cotizada habilidad de poder moverse de frente o espalda al arco rival: siempre está bien perfilado para definir sin preámbulos y su giro es sensacional. Para deleitarse. Resuelve con esa pasmosa facilidad, con esa habilidad que se ve a menudo en los que se destacan.

Puede salir a hacer el trabajo menos grato sin problema alguno; es rápido, versátil, perspicaz. Pareciera que dispone de un detector de errores de los defensores rivales y de dónde caerá la pelota. Su condición de juvenil se nota poco y nada: juega sin complejos. Un gol típico de él viene del anticipo en el área chica tras desborde de un compañero.

Martínez se luce, y Racing lo pule: quiere que brille, quiere lucirlo y quiere terminar de formarlo. Pero Lauta todavía es un pibe: tiene que aprender a controlar su temperamento, a que no se le desate la cadena cuando le pegan de más o cuando las cosas no salen como quisiera. En esta segunda parte del torneo, Diego Cocca supo cazar el trapito y comenzar a lustrar la joya: la semillita de oro que apareció en el momento justo.

Este pequeño gigante reúne características que no abundan y que son idóneas de ser apreciadas en las grandes ligas, pero él elige Racing. Lo elige cuando luego de que la selección Sub 20 quedara fuera del mundial de Corea del Sur, viajó 40 horas hasta Colombia para llegar y entrenar con sus compañeros. Lo elige cuando llega a Argentina desde Colombia y se va derecho al Predio Tita Mattiussi a ver a sus compañeros y los demás chicos de inferiores. El hoy elige a Racing y la Academia lo elige a él.

Del Tita al Cilindro. Del Cilindro a la Selección, y quizás en algún momento, de la Selección al mundo, ya que, como dijo Cocca, “no tiene techo”. El futuro llegó hace rato y ahora es realidad. A disfrutar de Lautaro y a los pibes que se vienen. Son de Racing, son patrimonio del club, son el futuro y el presente.

 

Fuente: La Cantera Deportiva