La vida del Flaco Delorte, de "no servir para el fútbol" a cumplir su sueño de goleador

Con 40 años, el jugador más alto en la historia del fútbol argentino despunta el vicio en Pací­fico de Cabildo, equipo de su ciudad natal.

“No servís para el fútbol”, le espetó el entrenador de las Inferiores de Olimpo -de nombre oculto- a ese pibito que ya les sacaba una cabeza a todos sus compañeros. "Es que si nacés en Bahía Blanca y sos alto te mandan a jugar al básquet", dice ahora, en un mano a mano con TyCSports.com y después de veinte años de carrera profesional, Alejandro Delorte.

Con sus imponentes 1,99 metros, es el futbolista más alto en la historia del fútbol argentino. Pasó por Gimnasia de La Plata, Gimnasia de Jujuy, Argentinos, Peñarol (Uruguay), Brescia (Italia), Aris Salónica (Grecia), Deportivo Táchira (Venezuela) y Oriente Petrolero (Bolivia), entre otras instituciones del Ascenso. Sin embargo, volvió al Aurinegro cada vez que el club lo necesitó, primero en 2006 y luego en 2009, “porque estar en tu ciudad, tomar mate y comer asado con tu familia y con tus amigos es fantástico”.

Hoy, con 40 años, aquel Flaco que, según admite, cumplió “el sueño del pibe” a sus 19 al poner un bar en Sierra de la Ventana -“además de jugar en Primera, por supuesto”- se dedica a la ganadería, juega en Pacífico de Cabildo en la Liga del Sur y tiene un negocio inmobiliario.

 “Empecé la actividad en el campo antes de mi retiro. Me entretiene, me distrae, me da paz y me ayuda a bajar un cambio”, asegura. Para él, el cierre de su carrera como jugador fue algo natural gracias al apoyo emocional de su familia. Sin embargo, reconoce que muchos jugadores suelen deprimirse y en algunos casos están solos, con el trágico caso de Julio César Toresani como ejemplo reciente.

"No es fácil este ambiente", reconoce. Y entre otras cosas menciona la problemática de las redes sociales: "Hoy en día es muy difícil ser jugador de Primera, y más aún si te exponés mucho. Ensuciar es fácil y el morbo vende más que la verdad o la buena noticia”. Él lo vivió en carne propia con una foto que se sacó en broma durante la semifinal del Mundial de 2014 a la que asistió, cuando se sentó en una silla de ruedas porque le decían que "estaba viejo", y lo sacaron de contexto: "Dijeron que simulé una discapacidad para entrar al estadio pero fue totalmente mentira; la pasé en un grupo en el que había un periodista que se quiso hacer el gracioso".

Delorte había iniciado el curso para recibirse de entrenador, pero lo abandonó cuando emigró a Bolivia en 2011. “A medida que fui creciendo me ha gustado más la táctica y la estrategia. Estoy con ganas de reanudarlo, al menos para tenerlo por si algún día me pica el bichito de dirigir”, concluye el mismo pibito que no se dejó llevar por aquel DT y cumplió su sueño.

Fuente: TyC Sports.