Juan Cruz Komar milita políticamente, colabora socialmente en los barrios, vacaciona en Palestina, respalda públicamente la candidatura de un aspirante a la presidencia de la Nación, trabaja en una fundación, estudia en la Universidad y además juega a la pelota profesionalmente. Juan Cruz Komar es un futbolista que hace todo eso y que habla de cosas de las que habitualmente los futbolistas no hablan. Juan Cruz Komar es el capitán de Talleres de Córdoba. Juan Cruz Komar tiene, apenas, 23 años.
Aunque se arrepiente de haber hablado de “gorilas en el vestuario de Boca” y dice que aprendió otras herramientas a la hora de emprender la discusión política, el central no esquiva nada sobre la mesa. Recientemente se opuso a la cancelación de los descensos y denunció una “precarización encubierta”. Luego, reivindicó la pelea por el aborto legal, seguro y gratuito. Incluso, metió la cuchara sin miedo y expresó que apoya la despenalización del consumo de marihuana. Komar dice. Y resulta imposible no interrogarse. ¿Por qué el medio futbolero no produce cracks que hablen de esos temas? De Córdoba a Buenos Aires, la charla comienza.
–Hay una dinámica en la que parece que el jugador debe ser criado sólo para jugar y que cuando emprende otras cosas o dice lo que piensa está resignando efectividad. ¿Es así?
–No. Para nada. Y hay que romper con eso. Uno no juega peor por decir lo que piensa. Es una mentira absoluta. También nos crían creyendo en eso. Y al hincha lo forman pensando eso. Nadie piensa las 24 horas en lo mismo. Es imposible. ¿Por leer o ver una película o escuchar una entrevista juego peor? No tiene ninguna relación. Y pareciera que hay un modelo formativo en el que te van armando para rendir y en el que si tenés alguna otra inquietud estás resignando profesionalismo o entrega. Es falso. No creo en eso. Y el hincha tiene que comprender que no es así. Tenemos que humanizar a la figura del deportista. Nadie está en condiciones de pedirle a todos que salgan a hablar de otras cosas, pero tampoco nadie debería cuestionar con sus ideas a quien juega con sus piernas.
–A veces da la sensación de que a ustedes los forman como caballos de carrera. A menos miren a los costados, más rápido van a correr. Como que se les achica la cancha de pensamiento. ¿Coincidís?
–Siempre digo que la formación del futbolista te aleja de la realidad social. Te despega los pies del suelo. Uno no recibe herramientas de los entrenadores ni de los dirigentes sobre lo que es el mundo fuera del fútbol. Eso te va haciendo perder contacto. Eso te enajena. El futbolista se enajena cuando consume eso día tras día por un montón de años. Adentro de la cancha tenemos todas las herramientas y salimos del campo sólo para volver a entrar. No creo, además, que eso nos haga mejores jugadores. Somos pensados en términos sólo de lo que podemos correr o de los puntos que un equipo puede sumar por medio nuestro y estoy seguro que hay que ampliar la mirada de los jugadores de fútbol respecto del resto de lo que pase.
–¿El modelo de producción de jugadores conspira contra el nivel mismo del futbolista?
–Sí. A mí me parece innecesario formar a alguien de esa manera. Estoy convencido de que pensar en otras cosas y tener otras preocupaciones me hizo ser mejor jugador de fútbol. Es muy frustrante tener solamente en la cabeza al fútbol. Cuando vos depositás tanto en un solo lugar, cada golpe duele como mil golpes. Es tu principio y tu final. Entonces, un momento malo, que un deportista los tiene a cada rato, puede volverse letal para tu cabeza porque el fútbol te ocupa todo. Se rompe tu confianza y eso te mete en un pozo. Y nada te llena. Por eso digo que es necesario que pensemos en otras cosas. Nada de eso atenta contra el profesionalismo.
–Al jugador en formación, ¿se lo trata como una mercadería?
–Sí. Se piensa: ¿tal jugador tiene la característica que me sirve? O se dice: ¿tiene la altura que busco y cumple determinado parámetro? Y si no cumple el manual, se lo tira a la basura. Estamos creando jugadores pensando como si fueran máquinas. Como si se trabajara por efectividad en determinados índices. Como si todos debiéramos encajar en el mismo lugar. Es lo mismo de lo que hablábamos antes, tenés que fingir que pensás todo el tiempo en fútbol y que estás en una carrera para llegar en el que sólo podés ir para adelante. Y no solamente se nos forma así, el hincha repite esos discursos. Hasta hay periodistas que replican eso.
–Hay una mirada que los pone como millonarios, felices, llenos de amoríos y con la vida resuelta. Más allá de que no todos los jugadores ganan lo mismo y que los pocos que están en clubes importantes perciben mucho más que la media, cuando uno habla con ustedes, muchas veces cuentan que no disfrutan. Que apenas sienten alivio al ganar, porque se sacan presión. ¿Advertís eso?
–Hay un sufrimiento que se puede dar un poco. El ambiente del fútbol profesional no es sano. Tiene un componente de presiones y de tensiones que a veces es asfixiante. Y que, a la vez, no se puede evitar. También tiene su lado lindo y lo necesitamos. Nos gusta mucho eso porque estamos acostumbrados. Hay momentos en los que se sufre y momentos en los que no. Si se sufre no está bueno. Nadie debería sufrir siendo futbolista. En la vida perdemos mucho más de lo que ganamos y tenemos que acostumbrarlos a esa lógica. Siempre un deportista pierde mucho más de lo que gana.
–¿Hacés terapia?
–Hago terapia hace años y me sirve mucho. Trabajo muchísimas cuestiones ahí. Hablamos de lo deportivo pero hablamos muchísimo más de lo otro. Mirá si seremos pensados como máquinas y medidos en término de productividad, que es la primera vez que me preguntan en una nota si hago terapia. Me hacen miles de veces la pregunta sobre cómo estoy para un partido, sobre el físico y lo futbolístico, y jamás sobre la posibilidad de hacer terapia. Incluso mirándolo desde la perspectiva más cruda del negocio, es un costado que no se debería descuidar.
–¿Se toma en cuenta poco la cabeza del futbolista?
–Claro. Mucha gente es muy poco comprensiva. Los análisis sobre los futbolistas son sobre la fortaleza. Es una concepción muy cruda. Tenés que mostrarte fuerte. No podés hablar de tus sentimientos ni de lo que te pasa. Y dentro de eso hay además un montón de factores que complican la productividad. En el fútbol hay un paradigma machista que trabaja sobre la fortaleza. Uno no puede decir que está débil. Uno no puede mostrarse con dudas. Todas tienen que ser certezas. Si tenés dudas, tirala afuera. Los entrenadores de inferiores te hablan de lo que pasa en la cancha, pero jamás te preguntan algo afuera. Estoy seguro de que eso conspira contra el talento. Hoy llegamos los que toleramos, mucho más que los que son distintos a la hora de jugar a la pelota.
–El talentoso, ¿queda en el camino más que antes?
–Cada vez son más los jugadores de clase media los que llegan a primera. No llegan los más talentosos o los que tienen esa pincelada. Hoy es tremendamente importante la fortaleza física. Lo digo incluso por mi caso, eh. El que más llega es el que más aguanta y no el que tiene el talento. Llega el que se banca estar lejos. El que se banca no salir de joda. Si no estás en el carril de poder soportar eso, el sistema no trabaja con tus situaciones. Te expulsa. De todas formas, detrás viene otro que aguanta más.
–La meca del fútbol es Europa, hoy copiamos todo de allá y los jugadores automatizan desde que son niños. ¿Eso conspira contra nuestra histórica esencia? ¿Tenemos nostalgia de esa gambeta pero en realidad el fútbol se convirtió en, ponele, lo que se hace en una academia alemana? ¿El talento propio todavía marca diferencias?
–Hay que encontrar un equilibrio, como en todo. Tampoco podemos ser ingenuos y pensar que con el talento sólo alcanza. Y no todo lo vamos a cambiar nosotros de un día para el otro. Tenemos que asumir que el mundo del fútbol está globalizado. Sin embargo, dentro de eso lo que más nos representa es el talento. Hoy es inevitable tener esa estructura, esa manera de trabajar y esa sistematización. Para competir a nivel mundial lo tenés que tener. Pero tampoco irnos al otro extremo, porque vamos a formar máquinas todas iguales. Hay que incorporar a ese trabajo y a esa conducta, pero sin perder el talento que es propio del potrero argentino
–Hablaste de machismo en la formación y sos alguien que suele meterse en ese tipo de problemáticas. La homofobia en el fútbol es una realidad incontrastable. Y también está la sensación de que de a poco va cambiando. ¿En qué punto estamos?
–Creo que está cambiando, pero que falta un montón. También creo que el fútbol practicado por hombres sigue siendo el deporte en el que más retrasados estamos en ese sentido. Vos mirás y empieza a haber deportistas que hablan de su sexualidad. Está el caso de un jugador de la selección de voleibol. O muchísimos en el fútbol femenino. Ahí se habla abiertamente en muchos sentidos en los que tenemos que aprender. Cuidado, el deporte no puede estar fuera del análisis que uno hace en una sociedad y seguimos teniendo que mejorar en general. El fútbol es un lugar en el que debemos abrir la cabeza de una vez por todas. Ojalá cada día tengamos más jugadores hablando de esto.
–Más allá de eso, incluso en detrimento de esta charla, las palabras de un futbolista parecen tener una importancia desmedida. ¿Cómo utilizás ese eco que genera tu trabajo respecto de las problemáticas sociales?
–Creo que los jugadores tenemos que aprovechar la repercusión y el valor que tienen nuestras palabras. Después, ver qué podemos aportar en cada lucha. Por ejemplo, respecto del fútbol femenino, la lucha no la tenemos que dar nosotros, porque las están dando ellas. Y es fantástico lo que están haciendo. Admiro esa garra. En mi caso me pongo al servicio de eso en lo que se pueda. Respecto de lo otro, es cierto que hoy se le da más valor a la palabra de algún de Boca o de River que a la de un gobernador o un presidente. A un sociólogo no se le da importancia. Eso no está bien. Pero a la vez nos da un capital a aprovechar. Por eso digo lo que digo en las notas. Para ver qué se puede sumar.
–¿Te imaginás ejerciendo la política desde un cargo en el futuro?
–Siempre pienso que voy a estar relacionado a la política. Sin dudas que es la mejor manera de cambiar la realidad. Tenemos que cambiar este mundo injusto y desigual. Por eso voy a seguir militando y estaré desde diversos lugares. No sé si desde un cargo público, porque incluso me faltan muchos años para pensar en eso, pero a la política hay que valorarla.
–Decís que te faltan muchos años para pensar en eso y es porque te faltan muchos de carrera además. ¿Qué te imaginás que va a pasar en este fútbol de cambio permanente en la época que te retires?
–Espero que haya un futbolista mucho más maduro y con conciencia de lo que pasa a su alrededor. Espero que trabajemos en la comprensión del otro y del jugador. Muchas veces nos sentimos incomprendidos y eso se da por impericia nuestra a la hora de expresarnos. Tenemos que deconstruir el mandato clásico del jugador y abrirnos. Humanizarnos. Ojalá que a esa altura se pueda dar un ida y vuelta más sincero. Hay que sanar al fútbol y al cómo nos vemos dentro de este mundillo. Con eso me quedaría conforme.
Fuente: Enganche.